Drácula y las mellizas

Drácula y las mellizas (Twins of evil)

1971

Director: John Hough.

Guión   : Sheridan Le Fanu, Tudor Gates.

Peter Cushing.

Damien Thomas.

Mary Collison.

Madeleine Collinson  

Un pueblo se ve acosado por la quema de jóvenes brujas. El conde Karnstein, un servidor del mal, no duda en vender su alma para convertirse en vampiro...

¡Hola!

Hoy os traigo una peliculita con un sello inconfundible: el de la Hammer. Eso quiere decir que la ambientación gótica, la sangre muy roja y las mozas rollizas y a la vez delicadas están garantizadas. Todo ello bien rebozado con el toque vampírico-demoníaco justo para la ocasión.

Muy bien, ¿listos?

La peli no puede tener un mejor comienzo: Gustav, un individuo de mucho cuidado, quema a una bruja o, mejor dicho, una chica guapa que él cree que es una bruja. Oye, y no veas cómo arde. Además, el tipo tiene un aspecto que, como poco asusta: de negro, mirada asesina y es un beato de pro, de esos que si hay que matar en nombre de la Santa Iglesia, lo hace con ansia y ahínco. Además, el colega es de los que se llevan trabajo a casa ya que hay adoradores del diablo porque ha habido muertes y quiere quemar a todo quisque. Vamos, una delicia de tipo.

La película se toma su tiempo en presentar a los personajes y, en breve, llegan sus sobrinas, Maria y Frieda. Y la bienvenida no puede ser mejor: les echa la bronca porque no guardan luto por sus padres muertos. Así, de buen rollo. Cuando vemos que Maria es la mojigata de turno y Frieda la rabo de lagartija, rebelde y contestona, uno comienza a atar cabos acerca de por dónde van a ir los tiros.

Pero no hay peli de la Hammer sin un malo evidente en forma de aristócrata vicioso y ricachón. Por eso, no tardamos en conocer al conde Karnstein al que las creencias, lo beato y la quema de brujas le trae al pairo. Si a eso le sumamos que el muchacho adora a Satán ya lo tenemos todo preparado: la peli, de manera irremediable, va a contar las andanzas del mencionado ricachón, sus escarceos con lo oscuro, tenebroso y vampírico y su relación con las dos hermanitas que os he dicho antes. Y no vais desencaminados porque en la hora y veinticuatro minutos que dura la cinta esto es lo que vamos a disfrutar: la lucha del mal (libertino, vicioso, maligno, nunca mejor dicho) contra las fuerzas del bien. No más, no menos. A todo eso le hay que añadir muchas chicas quemadas, mucho beatorro chiflado y muchos juicios de esos que acaban en hoguera y nadie decía ni mu.

Pero, ¿y el tema vampírico? ¿Dónde queda el Drácula del título? Pues en alguna parte del energúmeno que se dedicó a traducir el título al español bajo los inequívocos efectos del alcohol o, en su defecto, de alguna hierba extraña porque, si bien hay un vampiro en forma de Karnstein, también lo es que a Drácula no se le nombra por ningún lado. Supongo que el título traducido fue un modo de vender el producto a distribuidoras patrias que, sumado a que uno de los protas es Peter Cushing, quiso hacer el efecto de arrastrar a todos lo seguidores del conde. No lo digo como algo malo, sino como algo curioso. Y es que, traduciendo títulos, somos eso que vulgarmente se denomina un expediente X.

La película mantiene el interés sin ningún problema y, casi con toda seguridad, te proporcionará un ratito bastante divertido. Aunque la trama de los vampiros es lo de siempre, sí es cierto que añade un pequeño cambio a lo que estamos acostumbrados a ver: los buenos lo son desde un punto de vista muy relativo porque aquí, liderados por Gustav, son más bien un puñado de fanáticos chiflados que pueden llegar a resultar tan asesinos como los propios vampiros. Es más, estos lo son por su naturaleza maligna; los otros queman a todo quisque según su dudoso código moral pasándose por el forro eso de perdonar o poner la otra mejilla. Atentos a la escena en la que Gustav se enfrenta con Anton porque este se ha quejado de sus métodos y el fanático no se corta un pelo en amenazar con que, si alguien denunciase a su hermana, las llamas la estarían esperando. Con esto quiero decir que la figura del héroe sabio en plan Van Helsing no aparece y esto, para mí, suma puntos.

El terror es Hammer al cien por cien. Aquí se muestran sin tapujos los tópicos más evidentes del cine de vampiros: colmillos enormes, mordeduras desproporcionadas, invocaciones al mal teatrales como ellas solas y mucha sangre rojo chillón. Y a mí me encanta verlo así. En una época como la nuestra en la que todo es realismo, donde debe de haber una razón para todo, ver estas truculencias tan clásicas es, para este servidor, una gozada. Siempre he pensado que, vampiros tan buenos como los de antes, hoy no se hacen y, mientras no me demuestren lo contrario, me mantendré en  mis trece.

Los personajes son tan claros y transparentes como todo el espíritu de la peli. Gustav es el fanático religioso que lo mismo quema chicas que las manda a la cama temprano o que no duda en sacar el cinturón. Cae mal desde el principio y hace que Karnstein, el malo, caiga bien precisamente por eso, por malo. A fin de cuentas, sin malos no habría historias y los de la Hammer son muy divertidos. Frieda y Maria son el reclamo perfecto para mostrar caras bonitas y protagonistas mientras que Anton es el héroe (más o menos) que toda historia debe tener.

Y de ahí paso a los actores. Damien Thomas como vampiro Karnstein creo que sobreactúa un poquito, sobre todo, cuando se pone en plan salvaje. Aún así, me da que lo hace bien. Mary y Madeleine Collinson  como María y Frieda cumplen si bien es cierto que la última, por su papel, puede lucirse más. Y, el mejor, el que se los come a todos, Peter Cushing haciendo de Gustav. El tipo lo borda y no me da reparo decir que este es uno de sus mejores papeles quizás, porque se aleja de lo usual y, como haría años después en La guerra de las galaxias, los malos los bordaba. Un monstruo, vamos. 

¿Cosas que me parecen mejorables? Bueno, creo que la peli es predecible como ella sola y, a los diez minutos, sabes sin problemas cómo va a terminar. Quizás el aspecto sobrenatural podría haber sido menos teatral como, por ejemplo, la escena de la aparición de Mircalla personaje que, por cierto, sale y cae en el más profundo de los olvidos. Es como si fuera una excusa más o menos prescindible y adiós muy buenas. En fin...

Pues poco más puedo decir. La verdad es que, en su conjunto, me parece una peli muy agradable de ver y,por supuesto, es un terror a la antigua usanza pero no por ello poco divertido. Como ya señalé algo más arriba todos los tópicos del género se dan de manera sistemática en la cinta y, quizás por eso, tenga ese aire encantador. Por eso, no dudo en recomendarla.

Vigilad el cielo.